Aceptar que, no asumir nuestra responsabilidad es perpetuar nuestra posición de víctima, es el primer paso. Somos víctimas de nuestro propio victimismo.
Cuando asumimos que en estas situaciones nosotros tenemos parte importante de la responsabilidad de lo que nos sucede, el foco, el poder, ya no está fuera, sino dentro de nosotros mismos.
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