
Por Ángela Peco Psicología.
Como alguna vez os he dicho… vivimos en el mundo de las paradojas… de los sin sentidos…
En el momento histórico en que más adelantos científicos existen, más avances médicos, más larga es la esperanza de vida de las personas… en este momento… también es cuando más está aumentando la HIPOCONDRÍA.
Te ves una pequeña mancha en un sitio que no solía estar, puede ser un cáncer de piel…
Una espinilla que no se va nunca, un tumor…
Un dolorcito en un sitio sospechoso, un principio de infarto…
¿Me está pasando algo grave?…
Personas que sienten una preocupación exagerada, miedo extremo e incluso convencimiento de que padecen una enfermedad grave, aunque no tengan ninguna prueba diagnóstica, aunque un médico, dos, diez… les hayan dicho que no tienen nada… a pesar de esto, se comportan como si tuvieran esa enfermedad grave y tuvieran que luchar contra ella. Su cabeza no para de darle vueltas sin parar…
Cualquier percepción sobre la fisiología del cuerpo se sobredimensiona: una herida, una rojez, incluso los latidos del corazón…
La hipocondría es un trastorno de ansiedad. El DSM-5 la cataloga como TRASTORNO DE ANSIEDAD POR ENFERMEDAD.
El mecanismo mental que dispara la hipocondría es la interpretación de forma catastrófica de cualquier señal corporal.
Normalmente las personas que padecen hipocondría, responden a este patrón:
– Personas que hablan continuamente de enfermedades, no sólo de las suyas, sino también de las de los demás. Sociabilizan la enfermedad. Por otro lado, las personas le responden… dándoles más información de los síntomas… y eso hace que les creen más dudas y se vean “obligados” a buscar más soluciones… de modo que cada vez sienten más malestar.
– Miran continuamente en internet o leen sobre enfermedades: Al leer sobre temas o palabras que no se entienden, aparecen más dudas… que no hacen sino generar más ansiedad aún…
– Personas que viven con mucha ansiedad y angustia cualquier malestar físico que les sucede, pareciéndoles algo insuperable.
– Personas con mucho miedo a la muerte, al dolor, al sufrimiento, a sentirse débiles…
– Viven en constante estado de alerta y controlando de manera minuciosa su cuerpo, haciéndose todo tipo de pruebas médicas para que les detecten esa enfermedad que creen tener.
– La opinión médica no les es suficiente, buscan continuamente opinión de conocidos, de familiares, de los farmacéuticos, de más médicos… eso les tranquiliza… por un tiempo… hasta que vuelven de nuevo a “enredarse” con la preocupación.
La ansiedad que sufren estas personas ante un leve síntoma es tan intensa, que esta misma ansiedad les genera alguna enfermedad o dolencia… adentrándose en un círculo (el famoso círculo del que siempre os hablo…) complicado de romper, ya que la angustia y el estrés que les genera las sensaciones refuerzan el no poder salir del mismo.
No, no quieren estar así…
No, no lo hacen por llamar la atención…
No, no se lo inventan…
La persona que sufre hipocondría lo pasa realmente mal.
Siente la enfermedad como si realmente la estuviera padeciendo.
Además ha de afrontar la incredulidad de su familia, de los médicos… de todos los que ven que “no le pasa nada”. Y además se lo dicen: “es psicológico, no hagas caso”… y esta persona se siente así… ofendida, incomprendida, dolida…
Las enfermedades psicosomáticas son reales, su origen, lo que las desencadenan es psicológico, pero los síntomas son reales.
Así una vez más… vemos lo íntimamente relacionado que está lo psicológico con lo fisiológico.
SI TE SIENTES IDENTIFICADO/A CON ESTA SITUACIÓN que he intentado describir… recuerda estas pautas:
– Aprende a detectar tus pensamientos catastrofistas sobre las sensaciones corporales que experimentas. Son reacciones a un grado elevado de estrés que se retroalimenta por esos pensamientos.
– No te va a suceder nada malo. El cuerpo está preparado para afrontar el estrés. Eres fuerte. Pasará…
– Corta de forma radical los pensamientos que te hacen no poder salir del círculo. Quítales importancia, si no lo haces pueden desencadenar un ataque de pánico… calma el cuerpo, calma el pensamiento y la emoción pasará… Si no peleas con tu miedo, ni le das atención… se irá por aburrimiento.
– Centra tu atención en el aquí y ahora… no anticipes cosas que no son verdad.
– Cuando empieces a sentirte mejor, felicítate por haberlo logrado… Analiza con calma que es lo que te ha ayudado a superarlo, esa será tu mejor arma para prevenir.
– Aunque te parezca ilógico… ponte “una cita”, un momento al día, siempre el mismo, para mirarte observarte… anota las anomalías que ves en ti y a qué se pueden deber… (Esta ténica “maniobra paradógica” o “chek up”, lo que intenta es despistar a tu cerebro): Por un lado tomarás el control tú de cuando observas y qué observas en ti… y no tu mente, que no para de hacerlo a cualquier hora, en cualquier momento… Por otro lado, descubrirás que cuanto más busques… menos encontrarás…
– Has de controlar el hecho de no parar de salir a buscar diagnósticos a diferentes especialistas… Es una práctica peligrosa…
Lo que crees… creas… si crees que tu cuerpo se va a enfermar… ¡se enfermará!… Es ley de vida estar sano, enfermarse, recuperarse. El cuerpo está preparado para todo eso. No te adelantes a nada… cuida tu cuerpo, obsérvalo, tócalo… ¡pero sin obsesiones!
SI ERES EL FAMILIAR DIRECTO DE UNA PERSONA QUE SUFRE HIPOCONDRÍA…
Sé que no es fácil tampoco para ti…
Lo mejor que puedes hacer es:
– Ayuda y acompaña a tu familiar a terapia. Anímale a que pida ayuda psicológica.
– Evita hablar constantemente del tema, ya que si le aportas información, al principio le va a tranquilizar… pero después lo va a utilizar para seguir dándole vueltas a su preocupación.
– No le apoyes en los peregrinajes médicos… Ten un médico competente como referencia, pero no más. Se firme en esto.
– Intenta no responder a sus miles de dudas del tipo: “¿Crees tú que tendré “esto”?” “¿No tendré nada grave verdad?”… La inseguridad que siente… hará que le digas, lo que le digas, nunca sea suficiente, y cada respuesta le generará una duda nueva…
“La investigación de las enfermedades ha avanzado tanto que cada vez es más difícil encontrar a alguien que esté completamente sano.”
A. L. Huxley