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NO BASTA CON «SALIR A MIRAR ESCAPARATES…»

Por Ángela Peco Psicología

“¡Anímate!” “¡Te quejas de vicio!” … No es fácil convivir con una persona que sufre diariamente depresión.

 No sólo porque nos cuesta ver como una persona querida se pierde lo bueno de la vida, no disfruta con nada ni con nadie, todo le molesta y no sabes cómo hablarle para que no se moleste, se muestra cansada todo el día, tumbada en el sofá… y todo, a nuestros ojos,  por tener una idea fija, oscura, en su mente.

Pero hay algo más, también nos cuesta aceptar quienes somos nosotros mismos en compañía de estas personas… sale con ellas lo peor que somos, y eso no es fácil de aceptar.

Ante esta escena, entonces tenemos dos actores: La persona con depresión y la persona que lo acompaña diariamente. En este artículo quiero centrarme en este último, en la persona que acompaña a una persona con depresión.

Estas personas por supuesto no sufren tanto como el enfermo, eso es indudable… pero también viven en el sufrimiento, sobre todo cuando tienen el sentimiento de “no puedo sentirme mal porque a mí no me pasa nada” o “yo tengo que cuidarlo/a  y aguantar viento y marea”.

La depresión es una enfermedad que como si de una ola marina se tratara se lleva por delante la felicidad, no sólo de la persona que sufre la enfermedad, sino también de las personas que la rodean si no se cuidan y se protegen de este tsunami adecuadamente.

Los compañeros de estas personas, afirman cosas como “no sé qué más hacer para animarlo”, “le apunto a mil actividades y aunque las empieza nunca las termina, siempre hay algo que no le cuadra”, “no me agradece nada de lo que hago por ella”, “me trata fatal”.

Mi mensaje es que, como compañero de viaje de estas personas, has de entender que la Depresión es una enfermedad mental, un estado alterado, y que está a pesar de tus esfuerzos por evitarlo. Por eso lo primero es que aceptes que no puedes cambiar a nadie, sólo puedes acompañar, y para hacerlo bien, tanto con esa persona a la que quieres, como contigo mismo, necesitas un espacio de autocuidado para ti. Eso también es amor.

Además de este mensaje, te puedo decir que una vez que has logrado crear ese espacio, te va a ser mucho más fácil practicar el sentido de una palabra muy grande: EMPATÍA. Aprender a escuchar, sin interrupciones, sin “tienes que…”, sin órdenes…  y si ves que esa conversación es demasiado para ti, ¡párate!, no te sobrecargues, aplaza esa conversación… y vuelve a tu espacio de autocuidado (pasear, meditar, deporte, amigos…)

Si has decidido seguir escuchando, acompasa, no opines, simplemente escucha, y si no sientes responder, no lo hagas, a veces sólo un abrazo alivia más tanto a su corazón como al tuyo.

Lo importante es hacerle llegar a la persona que está sufriendo que alguien está su lado, ya que la mayoría de las personas que están al lado de una persona con depresión, lo que más les apetece es salir corriendo… y ese es otro drama que acompaña a las personas con depresión… la Soledad.

En resumen, si hay algo que define a la relación adecuada entre una persona con depresión y la persona que la acompaña, ese algo es EQUILIBRIO:

  • Equilibrio en animar a que esta persona haga actividades gratificantes, pero animar no es obligar.
  • Equilibrio en acompañar, pero también poner límites. Tú como cuidador no eres responsable de la enfermedad. La responsabilidad de la recuperación es únicamente del enfermo en colaboración con los especialistas que lo están tratando (esto es clave entenderlo).
  • Equilibrio en premiar los comportamientos adecuados, y en ignorar o extinguir aquellos que no lo sean.

Resumiendo, quiero que te quedes con estas ideas, que sé que te pueden ayudar:

  1.  La depresión no es algo que nadie elija tener. Cuando vayas a perder los nervios por favor, para, y hazte consciente de esta idea. Evitará tu sentimiento de culpa.
  2. Tú no eres responsable de la recuperación de esta persona, por mucho amor que le tengas. Cuídate, así será mucho más fácil que le ofrezcas a esta persona lo que más necesita: cariño, comprensión, apoyo y compañía.
  3. No sobreprotejas. Pacta con la persona con depresión la realización de algunas tareas, que las haga de forma paulatina, sin exigencia, ajustándolas a su situación.
  4. Sugiere y haz actividades agradables: salir a pasear, estar en contacto con otras personas, en contacto con la naturaleza… siempre adecuando los tiempos y las formas.
  5. Date permiso: Tienes derecho a estar cansado, a perder la esperanza, a necesitar desahogarte, a disfrutar de las cosas buenas de la vida, pero por favor, cuando lo hagas…. Sin culpa.

Y finalmente, acuérdate de no caer en estos errores:

  • AISLARLE: No te comportes como si tú también tuvieras depresión. Es un error interrumpir el ritmo habitual de actividades agradables.
  • ACTUAR CON AGRESIVIDAD: El enfermo no está decidiendo estar enfermo… es básico entender esto. El enfermo hace lo que puede, y como puede.
  • FORZAR: Puedes animar, motivar, desde el entusiasmo y el positivismo, pero no es adecuado forzar.
  • MOSTRAR INCOMPRENSIÓN: Cuando una persona no siente comprensión, se cierra aún más, sentirá más desamparo y más desánimo.
  • HABLAR CON DESPRECIO: “Siempre estás igual”, “siempre estás con lo mismo” … Esos comentarios le dan la impresión al enfermo de que es imposible salir de la situación. Es bueno transmitirle que la depresión es un estado temporal y que podrá salir de ella.
  • HACER TODO POR LA PERSONA CON DEPRESIÓN: Puedes ayudar, pero por favor, en la medida de lo posible no hagas las cosas por esta persona. Aunque la persona no tenga energía para hacer nada, hará menos si tú lo haces por ella. La sobreprotección hará que esta persona se esfuerce menos de lo que puede. Una persona con depresión es fundamental que se sienta útil y participe en lo que pueda de forma activa, esto hará que poco a poco su autoestima y satisfacción personal vaya aumentando.
  • NO PREMIAR AVANCES PEQUEÑOS: Aunque la persona realice pequeños avances, por ejemplo, levantarse de la cama un poquito antes, hacer la comida de una forma más elaborada, salir a pasear 15 minutos… Por muy pequeño que esto te parezca, felicítala, anímala! Eso hará que se incremente la probabilidad de que esa conducta se mantenga y que además se incremente.

“Una persona que se siente culpable se convierte en su propio verdugo”.

Lucio Anneo Séneca

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