
En nuestras familias muchas veces por la prisa y el exceso de «problemas» obviamos el buen trato a nuestros hijos e hijas.
Tratar bien no es dar todo. A veces, tratar bien también es no dar cosas materiales y sí que haya más presencia personal y emocional.
Somos víctimas de la falta de tiempo… y no nos damos cuenta que la prisa con la que vivimos nos cambia los valores: sustituimos la paciencia por órdenes, la amabilidad por gritos, las palabras amables por insultos o palabrotas.
Intenta practicar estas ideas. Son sencillas.
Hijo ten cuidado por donde caminas… Papá ten cuidado tú… recuerda que sigo tus pasos».
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