
Por Ángela Peco Psicología.
¿Quién es la niña buena?
La que dice a todo que sí, porque tiene que quedar bien con todo el mundo, la que obedece, porque eso es lo que hay que hacer, la que contenta a todos… pero siempre por encima de su felicidad.
Sí, hoy, en el siglo XXI podemos hablar de un tsunami de insatisfacción en la mujer… es como si esa educación que llevamos a cabo bajo el prisma de la obediencia continuara en nuestra mente como una reliquia a la que de forma subconsciente continuamos venerando.
Muchas mujeres viven en la necesidad de perfección, de buscar que nadie a su alrededor se enfade o se incomode, necesitando la aprobación de los demás, con necesidad de gustar a todo el mundo… y sobre todo con un temor exagerado a ser criticadas o rechazadas.
¿Cuáles son las características de este síndrome?
Una de las características principales es que “la niña buena” ha aprendido a infravalorar tanto lo que siente, lo que quiere y lo que necesita, porque lo que la hace sentir bien es que los demás estén bien, por encima de ella misma.
Tengo que explicar que este síndrome no está recogido en ningún manual diagnóstico. Se trata de una definición comportamental, es decir, un conjunto de conductas y pensamientos que se suelen dar y repetir sobre todo en mujeres.
¿Te ha pasado que de repente estás en tu puesto de trabajo y te pone nerviosa tener que debatir algunos temas con tus compañeros y compañeras? ¿Te incomoda destacar por tus méritos, sin embargo, te sientes cómoda reforzando y alabando los logros de los demás?
Otra característica de este síndrome, es que normalmente estas mujeres conviven dentro de relaciones abusivas (en su pareja, en sus relaciones laborales, en sus amistades…) y viven su vida con una sensación constante de infelicidad y no plenitud, probablemente porque su eje de vida no son ellas mismas… su mirada siempre está situada fuera (sus hijos, su pareja, su familia…). Hacerlo de otro modo las hace sentir egoístas.
Un ejemplo de este tipo de relaciones abusivas se comprobó en una investigación en la Universidad de Australia Occidental donde se destacó que muchas relaciones de pareja “complicadas” se conforman por un hombre narcisista y una mujer con este perfil de personalidad.
¿Cuáles son estos rasgos?
- Tendencia al perfeccionismo y la autoexigencia, tanto a nivel personal, físico, profesional…
- Son personas muy poco asertivas. Tienden a mostrarse pasivas en sus relaciones con el fin de ser aceptadas o no criticadas.
- Su actitud es de amabilidad, consenso, empatía, ayuda… Normalmente no tienden a oponerse o discrepar con nadie.
- Una de sus creencias principales es “para ser querida o apreciada, tengo que ser amable y buena”.
- Baja tolerancia a las críticas.
¿Cómo sufre la “niña buena”?
Son mujeres que externamente nunca muestran enfado. Estarás pensado… es imposible no sentir enfado o rabia en una vida donde vivimos salpicados de injusticias, abusos de poder… Ya… pero estas mujeres tienden a reprimir ese tipo de emociones, todas las que son consideradas “emociones negativas”.
No significa que no sufran… sino que lo hacen solo en su mundo interno. De ahí que, al no expresar correctamente sus emociones, puedan complicarse con trastornos de ansiedad, trastornos psicosomáticos o depresiones… Realmente viven una autoexigencia agotadora… Piénsalo, todo el día, a todas horas, exigiéndote a ti misma estar alegre, dispuesta a adaptarte a los demás, intentando que no haya tensiones a tu alrededor, llegando a donde los demás no llegan… todo ha de estar bien…
Imagino que te has podido dar cuenta que estas mujeres viven atrapadas entre dos emociones: ANSIEDAD y CULPA
ANSIEDAD: Intentan satisfacer continuamente, sobre todo a personas de su alrededor a las que perciben con mal humor o distantes… Esa conducta de los demás la perciben como “responsabilidad suya” (“están así porque he hecho algo que les ha puesto de esa manera”). Esos pensamientos son los que hacen que actúe en función de lo que cree que la otra persona necesita, es decir, es como si se encendiera un botón en ellas que les dijera: “haz lo que creas que esa persona necesita para estar bien, no lo que tú quieras hacer”.
CULPA: Esta emoción aparece cuando ya no pueden más, cuando el agotamiento es tan alto que necesitan un respiro, un poco de espacio. Entonces aparece la vocecita traicionera “no estás siendo buena madre” “no estás siendo buena esposa” “no eres buena hija”…
¿Se puede hacer algo para mejorar esta situación?
Si la niña buena no nos hace felices… ¡habrá que sacar a la palestra la niña mala! (Aquí es donde nuestro cerebro empieza a lanzarnos mensajes de resistencia: uy eso no me gusta, cómo voy a hacer eso, esta parte no me está gustando…)
¡¡No, no es la niña mala!! Es la NIÑA SABIA.
Es la niña que aprende a tomar el control de su vida.
La que se valora y se aprecia y así se lo hace ver al mundo.
La que se sabe valer por sí misma sin necesidad de mostrarse dependiente del ánimo o los deseos de los demás.
La que tiene habilidades de resolución de situaciones complicadas y muestra seguridad personal. Confía en su capacidad.
La que se da cuenta de su diálogo interno y percibe cómo la limitan esas creencias caducadas y que tanto daño le hacen… y entiende que ¡NO SON SUYAS!
Sé que no es fácil romper esas dinámicas porque están tan integradas en nuestra psiquis que nos confunden (creemos que “somos así”), por eso no es sencillo desactivarlas.
En este punto es donde puede ayudarte la terapia:
- Darte cuenta de cuáles son las dinámicas mentales y conductuales que te atrapan en la trampa de la “niña buena”.
- Darte cuenta de la falta que te hace reforzar tu autoestima y tu asertividad.
- Observar cuál es tu diálogo interno, ese que da más valor y fuerza a lo de fuera y que juzga constantemente tus logros, tus puntos fuertes.
- Confrontarte viendo que no pasa nada si no agradas a todo el mundo. Aprender que nuestro bienestar psicológico pasa por aprender a decepcionar a los demás. (Sí, sé que esto te chirría… pero ¡es tan sanador!)
Escúchate, de verdad, en calma.
Aprende a poner fin a esa espiral de necesitar la aprobación de los demás y haz lo que realmente te apetece.
¿Te propongo un ejercicio…? ESCRÍBELE UNA CARTA A TU NIÑA INTERIOR, algo parecido a esto:
“Querida yo pequeñita, tú no necesitas ser una niña buena, una niña dócil, obediente y dulce. Sé lo que tú desees, aprende a tener voz, a no callarte, a reírte a carcajadas, a correr, a mancharte, a saltar en los charcos, a señalar cada estrella con el dedo y a imaginar que las alcanzas todas… Querida niña, que nadie te diga que te pones fea cuando te enfadas, que nadie se atreva a colocar alambradas a tus sueños…”
Sí, tengo que acabar diciendo que esto no solo es cosa de niñas… También a los niños les pasa… o no te suena eso de “los niños no lloran”… otro día hablaremos del síndrome del “niño fuerte”. Si supiéramos todos que el cerebro del niño es mucho más sensible que el de las niñas y que necesita una crianza plena de refuerzo emocional, seguridad y protección… pero como os digo, este es otro capítulo…
¡Gracias por leerme!
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